lunes, 17 de septiembre de 2012

Estoy triste



Empiezo este relato contándoles como me siento. Estoy triste.
La persona que sacó el 50% de los votos nacionales es la cabeza de los que rigen nuestro destino como nación.
Personas que llevan adelante un “modelo” que me pone triste. "Pero Omar, la voto la mitad del electorado" me dice la voz de mi conciencia.
Hago silencio. Pienso. De repente se cruzan pensamientos negros por mi mente: "La mayoría del pueblo alemán (no judío obviamente) vitoreó y alabó a Hitler en los comienzos del 3º Reich, lo necesitaban, era su Dios" - "La mayoría del pueblo argentino, proyectado en una plaza de mayo interminable, en el '82, loaba y arengaba a un borracho HDP que lo único que hacía era comandar el genocidio absurdo de miles de pibes un poco más grandes que yo por unos pedazos de roca".
Me siguen apareciendo cantidad de "MAYORÍAS". Pero pongo un freno. Quiero pensar claramente... o intentarlo al menos.
Luego de ese torbellino aparece la calma. Y eso oscuro se transforma en pensamientos de mi niñez.
Nací en los '70, exactamente en el 70. Vivía en la calle. Que linda es la calle. O era.
La verdad mi vieja no se preocupaba. Tenía que salir a los gritos llamándome para comer al mediodía.
Iba adonde quería. Me ensuciaba, me relacionaba con otros mundos. A prueba y error aprendía. Que linda es la calle.
Cuando iba en bici al almacén, la dejaba apoyada en la puerta. Mi bicicleta nunca tuvo cadena y candado. ¿Qué era eso?
Desde que tengo uso de razón siempre caminé con mi guardapolvo blanco las 10 cuadras a mi cole. El bondi apareció de más grande. Iba solo. Nadie me acompañaba. Y me encantaba. Era feliz. Que linda es la calle.
Aparecen nuevamente los nubarrones. Tengo hijos. Pienso en ellos. Al más grande (14) le han robado dos bicicletas y una con una botella rota sobre su cuello. Que fea es la calle.
Entre algunas madres gestionan llevarlos a él y a compañeros al cole. Varias veces se aprovechan cuando caminan solos para “punguearlos”, pegarles. ¡Van al colegio! Que fea es la calle.
Cuando llevo a mi hija a la placita, la mitad de ese tiempo lo insumo en mirar para todos lados. Tengo miedo. Obviamente ya no soy un nene. Me crié en la calle pero ahora tengo miedo. Eso han logrado. Que fea es la calle.
¿Entienden la diferencia y el antagonismo entre la anterior vivencia y esta?
Escucho voces. "Omar, eso que contás cuando eras chico no cuenta la otra parte" "¿Querés que te explique qué pasaba en el país cuando vos disfrutabas de tu plácida niñez?" "¿Eras consiente de la cantidad de muertos enterrados desaparecidos o arrojados desde excursiones relámpago aéreas?". "¿Querés volver a ese país?"
Me quedo mudo. Silencio. Juro que quiero decir algo. No me sale nada.
El dilema me atormenta. No me prepararon para entenderlo. No se cómo sabría desenmarañarlo.
Luego de un rato aparece una luz en mi horizonte. Agradezco que todavía pueda aparecer.
Otra voz. "Omar, reflexión." "Cuando un hombre está agobiado o en una encrucijada, lo mejor es reflexionar." "En la reflexión se apoyará tu sabiduría" "Es la reflexión la que podrá mostrarte un buen camino"
Tengo que ser fuerte. Mis hijos no tienen que verme así. ¿Merecen pasar por esto? Seguro que no.
Al comienzo de este relato mencioné la palabra “Modelo”. ¿Cuántos modelos han pasado en la historia de nuestro bendito país? ¿Es posible que tantos modelos hayan fallado? ¿Por qué nuestra historia es una iteración de callejones sin salida, de emprendimientos truncos?
Vuelven las preguntas pero nunca sus respuestas.
Hablemos de modelos. Un momento, ¿Qué sería de un modelo sin su molde? Ahí está, aparece una respuesta. “Para conformar un modelo debemos partir de un molde, un buen molde”.
MOLDE. Que palabra tan corta, tan simple. Sin embargo, cuanto abarca.
Vienen a mi mente un conjunto de palabras que no sé qué sentido tienen: Virreinato, Federación, República, Crisol de razas, Nación.
La segunda luz en mi horizonte. Pero esta no ilumina. Es raro, aclara y oscurece al mismo tiempo.
Ese molde que en un tiempo fue un Crisol de razas, ¿sirvió para conformar el modelo de una verdadera Nación?
Otra vez silencio que me lleva a reflexionar. Un ratito y asiento con mi cabeza. Creo que tengo una respuesta para ese dilema. Es mi respuesta.
Siento que jamás fuimos una verdadera “Nación”. Una en la que nuestros antepasados y nosotros nos sintiéramos realmente hermanados, ese conjunto que busca y se desgarra por conseguir ese objetivo en común. Eso que la haría única, realmente independiente, pujante y por qué no también envidiada.
“¿Omar, y tantos mártires en nuestra historia?” “¿Y nuestros abuelos que vinieron a estos lares buscando un mundo mejor con una mano delante y otra atrás?”
No puedo evitarlas, me persiguen. Más preguntas sin respuestas.
Decidí crear este espacio para que juntos compartamos nuestros pensamientos. Para que intercambiemos nuestras ideas. Para alimentarnos, para expresarnos. Para reclamarnos y para ayudarnos.
Acompáñame. Cada vez que sientas que algo huele a podrido, cuéntalo. Cada vez que hayas presenciado un acto loable y que nos enorgullezca, cuéntalo.
Por mi parte intentaré encontrar respuestas para algunas de mis preguntas. Ojalá no esté solo.
Comencé diciendo que estaba triste. Quiero saber lo que piensan. Quiero ser parte de sus ideas y reflexiones. Pero eso es parte de otra historia…

4 comentarios:

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  2. Prometí no hablar del tema, por razones en las cuales ya son de conocimiento (al menos tuyo) lo que escribís le hemos vivido con tan solo 2 años de diferencia, y te juro que siento tanta tristeza como vos, tengo 4 hijos (15)(9)(4) y (2) y la verdad que ni yo se que futuro les espera, las dos partes son tan nefastas una como la otra (valga la redundancia) y si tenemos que pensar que seria mejor para nuestro país? mas triste me pongo, lamentablemente las cartas parecen estar marcadas y echadas, acá no importa quien, sino que lo que hacen siempre lo hacen MAL, pero siempre..... siempre estaremos buscando esa luz que al final del camino, siempre estara..... la veremos nosotros? nuestros hijos? nietos? bisnietos? solo Dios y quienes realmente piensen en una buena luz para este pais lo sabran, muy sentidas tus palabras y muy identificado me he sentido, un fuerte abrazo.

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